jueves, marzo 14, 2013

Nebot no tiene la culpa


Nebot no tiene la culpa de que llueva. Es cierto y nadie lo culpa por las lluvias. El alcalde de Guayaquil tiene otras funciones, como la planificación de obras prioritarias para la ciudad. No las fuentes y adoquines de colores, sino las que sí son prioritarias. Habrá que preguntarse si la capacidad de flujo del alcantarillado pluvial en sectores urbano marginales es la adecuada y ese no es otro factor que propicia las inundaciones.

Nebot no tiene la culpa de que la gente arroje basura a la calle y nadie lo acusa de taponar las alcantarillas con basura. Pero el municipio tiene la competencia y la obligación de dotar a Guayaquil de un eficiente sistema de manejo de desechos sólidos, que incluya concienciación efectiva a la ciudadanía. Habría que investigar si las alcantarillas están taponadas solo por la basura o también por la tierra que baja de los cerros debido a que no se ha reforestado. Si la gente no responde a campañas, hay que fortalecerlas.

Nebot no tiene la culpa de que suba la marea, pero ya sabemos que el nivel del mar se incrementa unos pocos centímetros cada década. Lo sabíamos hace años, pero aún no llegan las soluciones, planificar a largo plazo y concretar el cuestionado dragado, la construcción de esclusas o diques, incrementar la velocidad del río Daule para que arrastre los sedimentos, o lo que sea.

En cada lluvia, mientras caminan por las calles inundadas, algunos defensores del “exitoso modelo de desarrollo” sacan el cuco de que antes Guayaquil estaba peor. Comparan al Guayaquil de hoy con el Guayaquil de hace 25 años, cuando deberíamos comparar al Guayaquil de hoy con las mejores ciudades de hoy y apuntar a eso: a mejorar. Antes había cerros de basura en las calles y no queremos volver a eso. Ahora tenemos calles desbordadas de agua y excrementos. ¿Algún guayaquileño quiere que sigan así?

Para desviar aún más el debate, algunos dicen que si alguien no está conforme con las inundaciones, debe irse de Guayaquil. Pero ser Guayaquileño no es defender un modelo caduco de desarrollo, cuyas inequidades son más evidentes e injustificables cada año. En vez de “desterrar” a quienes exigen soluciones, hay que desterrar la falta de planificación, las inequidades, la priorización de obras de oropel. Todos queremos vivir en un Guayaquil que no se inunde con cada lluvia fuerte y los verdaderos guayaquileños no deben justificar lo injustificable.

No importa si Guayaquil se inunda por culpa de San Pedro, las invasiones, la marea, el calentamiento global, la gente que arroja basura a la calle o la maldición de Makanaki. Lo que importa es que alguien debe planificar y ejecutar las obras que impidan futuras inundaciones y si no lo hace, los guayaquileños que pagan sus impuestos deben ser los primeros en exigir resultados.


Fotos de las inundaciones acá y acá